En literatura, al igual que en música, hay one hit wonders. Porque ¿qué otra canción se mandaron los de “Video killed the radio star”? Ninguna. O los Chumbawamba. Cero brillo, aparte de esa que es bien fiestera, como la “Barbie girl” de los Acqua (y arde la Blondie, OMG). Y así podríamos seguir procrastinando en onda Spotify, pero la idea es hablar de libros. Y el de hoy es otro bien poco conocido en Chile, mientras en las tierras del rubio aquel es un clásico contemporáneo de la literatura infantil y juvenil. Se trata de un libro no tan prolífico en páginas, pero muy enjundioso en su trama: “Tuck para siempre” (aunque hay una traducción medio trucha y más vendedoraza en su título: “El misterio del manantial”… uuuuuh, el misterioooooo, del manatiaaaaaal).
Esta es una novela de época, pero no rancia (aunque es del siglo XIX y campestre, pero no os preocupéis) y trata sobre un clan familiar, los Tuck, que tienen un tremendo secreto. Pero como para hablar de este libro hay que contarlo, aquí va: son eternos. No son vampiros, que es lo primero que se les va a ocurrir. Ni zombis tampoco. La respuesta está en el título aquel: un misterioso manantial escondido que vuelve irrompibles e ininvejecibles a los que beben de sus aguas. Entonces los cuatro miembros de la familia Tuck, y su caballo (jaja, me imaginé un hamster eterno, dando vueltas y vueltas y vueltas), son inmortales. Y el problema, el quid, el meollo de esta historia, aparte de los ambiciosos que felices embotellarían esto (onda Eternal Cola, por ser), hay una niña Winnie que está enamorada de Jesse Tuck. El problema es que Jesse es como si Gastón Soublette estuviera dentro del cuerpo de Zack Effron, algo así, para que entiendan. Entonces, porque iguals es algo frescolín, está en el gran dilema: pedirle a la chiquilla de diez años que tome del manantial, pero en unos siete años más, cuando esté lista para quedar igualita a sí misma para siempre, igual que Jesse/Gastón.
Buena la historia ¿cierto?
Lo bueno es que la trama y los personajes, y la idea, la idea, es brillante. Y el final es tan triste/melancólico/maravilloso/OMG que cuando vean la horrible portada color amarillo hepatitis, el papel roñoso de las páginas y que tampoco es tapa dura ni con chorrocientas páginas, no se equivoquen. Porque es uno de los mejores libros sobre el sub género de bendición/maldición (lo acabo de inventar) que hayan leído. En serio. Y se ve tan rasquita en su versión en español que uno ni se espera el tremendo llanterío final (uno que es sensible, eso sí).
Ah, y lo escribió Natalie Babbitt. One hit.
Tuck para siempre. MacMillan, Estados Unidos. 152 páginas (poquitas, vieron). ISBN 9780374480110