Los autoestopistas galácticos de Douglas Adams – reseñas de cuarentena – 1

Para quien celebra hoy -25 de mayo- el Día de la toalla, no hay que explicarle nada. Para quien no tiene idea de este evento (y que sólo conoce el Bloomsday, que festejan los rancios lectores del “Ulises” de Joyce, recorriendo Dublín muy literatosamente, ay, pero que cultos somos), es porque no ha leído la trilogía en cinco partes llamada “La guía del autoestopista galáctico”. Escrita por el británico Douglas Adams, fue primero un radioteatro y luego de su éxito libresco fue película, una maoma. Además esta película (maoma no más) tuvo otra culpa, porque el autor se había desplazado a Estados Unidos para hacerse cargo del guión y allí fue que murió… haciendo ejercicio en un gimnasio (ven que es peligroso). En fin. Fue un 11 de mayo y dos semanas después sus fans establecieron esto de andar con una toalla en su honor y por su magna obra de cinco libros, los siguientes: primero el homónimo y luego “El restaurante del fin del mundo”, “La vida, el universo y todo lo demás”, “Hasta luego y gracias por el pescado” (esto lo dicen los delfines, la segunda especie más inteligente del planeta. Después de los ratones) e “Informe sobre la Tierra: fundamentalmente inofensiva”. La trama se centra en Arthur Dent, un terrícola medio chanta, a quien van a demolerle la casa, y su amigo Ford Perfect, quien le confiesa que es redactor de una guía interplanetaria y que la Tierra está a punto de ser demolida también (spoiler, sorry). A partir de esa confesión, viajan por el espacio y se encuentran con Zaphod Beeblebrox, un ex presidente de la galaxia con dos cabezas, y con un robot depresivo de nombre Melvin, aparte de una diversa fauna de personajes y locaciones poco terrestres, se imaginarán.

Esta saga ochentera es algo difícil de reunir (ni se lo imaginan. Además que uno, generoso e idiota, presta los libros y puro cooperó), pero la editorial Anagrama sacó hace poco un compendio de los primeros tres libros (la recomendada, y titulada “Los autoestopistas galácticos”), lo que hace más fácil una primera inmersión en esta gloriosa, divertida y excéntrica saga. Hay un sexto libro, escrito por el master Eoin Coffler (el mismísimo de Artemis Fowl) que no está malo y que fue para el aniversario número 30 del debut de esta historia (ese sí que cuesta encontrarla. Olvídenlo mejor).

¿Y la toalla? Se preguntarán. Es porque la dichosa guía -que es como un chiste de la Lonely Planet- lo único que recomienda a los mochileros galácticos es nunca olvidarse de llevar una. Porque sirve para abrigarse, echarse encima, cubrirse la boca si hay gases tóxicos, como sábana, como señal de aviso, como arma (mojada) y, si no está muy cochina, para secarse. Eso.

Mañana empezaremos con puras escritoras un buen rato. Así iba a ser en un principio, pero es que uno es ñoño y es el Día de la toalla, pues.

Los autoestopistas galácticos. Anagrama, España. 600 páginas. ISBN 9788433959560.

El cementerio sin lápidas y otras historias negras de Neil Gaiman

Fantasía en pequeño formato

Para quien conoce algo de la obra del británico Neil Gaiman –sus guiones para el comic Sandman,o los volúmenes Stardust o la perfecta Coraline- saben que lo suyo es construir mundos y mitologías. Bueno, en este reciente libro lo hace en diez relatos (uno bellísimo al final, en verso) en los que se pasea entre la ironía y lo perverso.

Por ejemplo, es muy chistoso el relato de la viejita que compra el Santo Grial en una tienda de cosas viejas. Y todo lo que acontece después, con el mismísimo Sir Galahad, miembro de la Mesa Redonda, intentando convencerla de que se lo entregue. O la sorpresa con que se encuentra un club gastronómico, cuando comen la carne del pájaro más mítico que existe. Ambos cuentos alimentan la risa, mientras otros, como el del gato guardián frente a un maligno atacante o el del niño que se va encontrando, a lo largo de su vida, con un troll bajo un puente, toman el cauce oscuro de la fantasía del autor. Lo mismo su narración de un juguete maldito en un ático, el que realmente para los pelos (a quienes los tienen, y no es el caso de un servidor).

Este es un caso de lo poco que se ha traducido de Neil Gaiman en editoriales fáciles de encontrar en librerías. En general su obra en español se encuentra en las tiendas de comics. Coraline es una excepción, lo mismo que El libro del cementerio. Y precisamente en este conjunto de relatos aparece una especie de sinopsis de esa novela. Un verdadero aperitivo, como para despertar el apetito de los consumidores de fantasía. Porque El libro del cementerio también es moneda dura, ojo.

En fin: hay cuentos para todos los gustos, buenos todos, pero nada de realistas (para que después nadie alegue que “era muy fantasioso” o quién sabe qué lesera obtusa).

El cementerio sin lápidas y otras historias negras. Roca , España. 224 páginas. ISBN 9788499181820