No vamos a decir “vuela alto”, pero sí “llora no más, llora”, porque igual da ene pena que se muera el autor de un libro mayúsculo (igual quedé con los ojos brillantitos, en serio, cuando Eco -Nombre de la rosa- se fue a RIP, por ejemplo). Y “La sombra del viento” es algo que combina lo histórico (y puro dan ganas de ir a Barcelona a darse una vuelta, pero espaciotemporal) con lo fantástico, pero en plan libresco, no dragonesco. ¿Sabían ustedes que este libro nació muerto, que la editorial le tenía fé cero? Hubo una crítica en el diario El País y comenzó eso que llaman el boca a boca (que debiera ser boca a oído, pero según los capos de la FUNDEU, líderes en hortografía, ese sería un derivado espúreo del catalanismo bocaorella… pero igual estamos en Barcelona, entonces… Pero ya, fin de la procrastinación). El tema es que don Carlos Ruiz Safón, hasta ese momento, era un modesto escritor de literatura juvenil, con algún premio, pero desde ese instante se convirtió en crack ultra súper ventas. Por lo mismo la segunda parte de esta tetralogía, “El juego del ángel”, fue lanzado con un millón de copias en el día de Saint Jordi, ese en que las gentes hispanas se regalan rosas o libros (a mí, chocolates, plis).
Pero, sorry, el del ángel no es tan bueno como el primero (de hecho, parte del millón de copias se la tuvieron que comer con patatas). Digamos que es la meseta que hay que recorrer para llegar a los que vuelven al mismo nervio: “El prisionero del cielo” y “El laberinto de los espíritus”. Igual se puede leer el primero como único (si te aguantas después, eso sí).
Y uno que es mateo, cuando sopló el viento y su sombra (poesía pura), fue a por los anteriores libros más infantiles de este cabro, “El príncipe de la niebla” y “El palacio de la medianoche”, esperando un efecto Laura Gallego (que sus mejoreslibrosesopiniónmía son “Finis mundi” y “La leyenda del rey errante”, antes de empezar a echarle tanta agua a la sopa), pero no.
Entonces, para quien no se ha asomado en el magno libro que nos convoca, transcurre en Barcelona, año 1945, y su protagonista es un cabro al que su papi lleva al Cementerio de los libros olvidados (ya: con puro esto, ya se ganó a todxs lxs bibliotecarixs ¿o no?). Ahí hay un libro, que se llama igual al que estamos leyendo, y su autor es el mítico Julián Carax, cuya obra ha sido perseguida y quemada (y ahí se ganó a toda la Primera Línea). Y desde ahí las aventuras, bien en plan matiné de calidad, no se detienen. Hay por ahí alguna escena medio cochinona -para que luego no digan que fueron advertidos, prescriptores-, pero en estos días… jojo, hay más cutis en exposición en puro Netflix.
La verdad es después de mandarse un libro como “La sombra del viento”, uno se puede ir en paz. Chao cabro. Y aquí va un cuento spin off que publicó en el periódico La Vanguardia, sobre el origen del Cementerio de los libros olvidados. A leer, con pena.
La sombra del viento. Planeta, España. 478 páginas. ISBN 9789504956068