La materia oscura de Philip Pullman – reseñas de cuarentena – 20

Uno encuentra que hay libros buenos, como los hombres que luchan un día y tal -pero no vamos a parafrasear a Brecht, a su vez citado por Silvio Rodríguez antes de soñar con serpientes-, pero hay otros realmente imprescindibles. Porque OMG, pero qué maravilla es esta saga de Philip Pullman (aunque lo que OMG no debiera referirse, precisamente, al G católico, hay que especificarlo). Para prescriptores de colegios confesionales puede ser un problema, ya que los malos de la trama son del Magisterium, que es igualito -o requete parecido- a la curia romana. Y cuando comenzaron a concebir la peli del 2007, su primer director dimitió (por presiones con sotana, cuenta el rumor) y al estrenarse, una Liga Católica le puso dos dedos para abajo. No por ser una mala adaptación -que no lo es, aunque tiene su tremendo blanqueo al final- sino por ese mismo macuqueo -dicen los ateos- que impidió se hicieran las otras dos películas, para completar la trilogía que nos desvela: “La brújula dorada”, “La daga” y “El catalejo calado” (igual ahora hay una serie de la BBC/HBO, que pasa la prueba de la negrura de Pullman. De ahí la horrible nueva portada. Ya van como en la quinta distinta).

Esta historia ocurre en una realidad paralela. Esto significa que el Oxford es bien parecido a nuestro Oxford, pero no. Que los humanos son casi como nosotros, pero en cambio tienen sus almas con plumas o pelos con forma de animales al lado (no hay pescaditos, porque daría pena). Se llaman daimones y le ponen gran parte del color a esta historia, en la que están los del Magisterio, los profes de la U, los giptanos (no gitanos, porque en este mundo paralelo son casi, pero diferentes). La protagonista es Lyra, una cabra entera corajuda y que no se arruga con ningún desafío, y que puro sufre intentando salvar a sus amigos, con la ayuda de un personaje que uno AMA: un oso con armadura bueno para el copete, pero que se convierte en un ex alcohólico exprés gracias a nuestra heroína. Completa el reparto una vieja cuica toda ambiciosa y malvadosa -aunque se ríe con todos sus dientes todo el rato- y un viejo cuico/explorador, que tiene tantos secretos como la cuica esa.

Después de leer esta maravilla, como le fue bien y la editorial ganó platita, comenzaron a publicar TODO lo que escribió Phillip. Hasta una obra para el colegio en que trabajó alguna vez (“El conde Karlstein”, pffff). Y uno que es mateo, se leyó todo lo de su ídolo. El resumen de esta experiencia empobrecedora y enriquecedora es: La materia oscura es lejos lo mejor, después vienen las aventuras de Sally Lockhart -una detective madre soltera victoriana, top- y su adaptación/desoxidación de los cuentos de los vejetes Grimm. El resto es bueno -menos uno del Jesús bueno y el Cristo malvado, en el que se le arrancaron todas las cabras ateas al cerro-, pero no alcanzan a ser imprescindibles (ya entendieron la idea al comienzo, ¿no?).

Para quien lea la trilogía, hay que decirles que tiene un bello spin off encuadernado en tela roja y muy escaso (lo tengo, lero lero), y que al abordar esta saga, ojo con esto: es al revés que con Star Wars, porque guatea en “La daga” (mientras “El imperio contrataca” es la mejor, ¿cierto, no?), pero ni tanto tampoco. Y como Philip no ha muerto, no hay hijos frescolines que anden descubriendo/escribiendo derivados de su Tierra Media ni de Duna. En cambio, ya hay dos libros de una trilogía que es la precuela de La materia oscura. ¡Y son igual de buenos! (en este caso, acordes a mi centro de valor, ¿ok?) Ya se pilla “La bella salvaje” y hay que esperar que ahora llegue en físico “La comunidad secreta”. Durante años el autor amenazó con que esta nueva aventura se iba a llamar “El libro del polvo”. Y esto es por algo que todos andan buscando durante la saga.

Y ahora no va a faltar el chistosito…

La brújula dorada. Roca, España. 400 páginas. ISBN 9788417092566

La sombra del viento de Carlos Ruiz Safón – reseñas de cuarentena – 19

No vamos a decir “vuela alto”, pero sí “llora no más, llora”, porque igual da ene pena que se muera el autor de un libro mayúsculo (igual quedé con los ojos brillantitos, en serio, cuando Eco -Nombre de la rosa- se fue a RIP, por ejemplo). Y “La sombra del viento” es algo que combina lo histórico (y puro dan ganas de ir a Barcelona a darse una vuelta, pero espaciotemporal) con lo fantástico, pero en plan libresco, no dragonesco. ¿Sabían ustedes que este libro nació muerto, que la editorial le tenía fé cero? Hubo una crítica en el diario El País y comenzó eso que llaman el boca a boca (que debiera ser boca a oído, pero según los capos de la FUNDEU, líderes en hortografía, ese sería un derivado espúreo del catalanismo bocaorella… pero igual estamos en Barcelona, entonces… Pero ya, fin de la procrastinación). El tema es que don Carlos Ruiz Safón, hasta ese momento, era un modesto escritor de literatura juvenil, con algún premio, pero desde ese instante se convirtió en crack ultra súper ventas. Por lo mismo la segunda parte de esta tetralogía, “El juego del ángel”, fue lanzado con un millón de copias en el día de Saint Jordi, ese en que las gentes hispanas se regalan rosas o libros (a mí, chocolates, plis).

Pero, sorry, el del ángel no es tan bueno como el primero (de hecho, parte del millón de copias se la tuvieron que comer con patatas). Digamos que es la meseta que hay que recorrer para llegar a los que vuelven al mismo nervio: “El prisionero del cielo” y “El laberinto de los espíritus”. Igual se puede leer el primero como único (si te aguantas después, eso sí).

Y uno que es mateo, cuando sopló el viento y su sombra (poesía pura), fue a por los anteriores libros más infantiles de este cabro, “El príncipe de la niebla” y “El palacio de la medianoche”, esperando un efecto Laura Gallego (que sus mejoreslibrosesopiniónmía son “Finis mundi” y “La leyenda del rey errante”, antes de empezar a echarle tanta agua a la sopa), pero no.

Entonces, para quien no se ha asomado en el magno libro que nos convoca, transcurre en Barcelona, año 1945, y su protagonista es un cabro al que su papi lleva al Cementerio de los libros olvidados (ya: con puro esto, ya se ganó a todxs lxs bibliotecarixs ¿o no?). Ahí hay un libro, que se llama igual al que estamos leyendo, y su autor es el mítico Julián Carax, cuya obra ha sido perseguida y quemada (y ahí se ganó a toda la Primera Línea). Y desde ahí las aventuras, bien en plan matiné de calidad, no se detienen. Hay por ahí alguna escena medio cochinona -para que luego no digan que fueron advertidos, prescriptores-, pero en estos días… jojo, hay más cutis en exposición en puro Netflix.

La verdad es después de mandarse un libro como “La sombra del viento”, uno se puede ir en paz. Chao cabro. Y aquí va un cuento spin off que publicó en el periódico La Vanguardia, sobre el origen del Cementerio de los libros olvidados. A leer, con pena.

La sombra del viento. Planeta, España. 478 páginas. ISBN 9789504956068