Las cien noches de Hero de Isabel Greenberg – reseñas de cuarentena – 14

Bueno, sucede que a veces uno se cansa de ser hombre. Y no como ese poeta tan extravagario -y tan padre del año-, sino del género. Y eso pasa por leer “Cómo acabar con la escritura de las mujeres” de Joanna Russ, una dama aguerrida que uno conocía por su marcianísimo libro de ciencia ficción “El hombre hembra”, pero que en este macabro ensayo de 1983, y recién traducido, da cuenta de cómo los blancos heteronormativos -hombres, ay- han dejado fuera del canon, de la academia, de las editoriales, del librero, de la crítica, de los premios y de cualquier lado a las escritoras. Cuando uno lee los argumentos -como que son tan increíbles, que no dejan huella. O que sus libros se escriben solos-, por suerte uno se acuerda que en 1983 era un bebé de pecho (jo, mentira, pero tenía influencia = cero en la vida) y que debe ayudar a cambiar este escenario HOY. Y el grano de arena, aparte de recomendar a harta escritora maravillosa (aunque a lo mejor quién sabe cómo son en la vida real, pero sus librxs sí son de maravilla), es que uno después del libro de Russ queda con ganas de leer “Villette”, novela menos conocida de una de las hermanas Bronte (las Borrascosas), o de buscar la última novela gráfica de ISABEL GREENBERG (así, en GRANDE, porque es GRANDE), que toma precisamente la historia de estas hermanas en “La ciudad de cristal”.

Pero como “La ciudad de cristal” acaba de salir en España y todavía no llega (porque por allá siguen con barbijos, chaval), lloraremos amargamente mientras vamos con la recomendación de hoy, su “Las cien noches de Hero”.

El primer libro de esta artista completa (le hace al relato dibujo + letra) es una rareza que a uno lo deja en plan paralelo. Porque se trata de una cosmogonía completita inventada por ese pechito, en glorioso blanco y negro y algún colorcillo por ahí, con aires árticos y también feminísticos, titulada “La enciclopedia de la Tierra Temprana”. La verdad es que el riesgo que corre es gigante, por lo que el logro es superior. Es como mandarse un mini Popol Vuh o un Mahabharatito, un relato de la creación del mundo, con subtramas, personajes divinos (hay hartos con cabeza de pájaro) y ultra terrestres, todo con una elegante escasez de color. Ya con este libro, GREENBERG debe ir en mayúsculas. Y con su segundo libro, llega a dar susto leer el tercero que falta, porque es tan igual de bueno que el anterior que se la puso difícil ella solita no más.

“Las cien noches de Hero” se desarrolla en el mismo escenario maestro de la Tierra Temprana y es un relato en clave de “Las mil y una noches”. La gran diferencia es que la narradora, que debe salvar el pellejo dejando el rating en vilo cada noche, tiene a una peor es nada en la corte. Y su fantasía desatada viene con historias en que la luna baja a la Tierra, con grupos de narradoras secretas y con salchichas envenenadas, todo bien antipatriarcado todo el tiempo. Entonces, no sólo tenemos fantasía en extremo, sino también una heroína de la letra L del colectivo, lo que viene bien para ir cambiando las lecturas de lxs adolescentes ¿me comprendes Mendes?

A modo de canapé, va un link del primer capítulo. Corre el link y mañana vamos con el libro 15.

Las cien noches de Hero. Impedimenta, España. 224 páginas. ISBN 9788417115135

Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea de Annabel Pitcher – reseñas de cuarentena – 13

Aunque su nombre podría armar colección junto a “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero” de Oliver Sacks (obra maestra, y que tiene hasta una ópera de Phillip-soy repetitivo-Glass) o con “El extraño incidente del perro a medianoche” (que va comentado la próxima semana, guau), el caso es que este libro trata precisamente de eso. No es una metáfora, sino la pura y muy triste verdad: para Jamie, el británico protagonista de como diez años, su hermana vive sobre la repisa de la chimenea, porque está en formato cenizas, después de morir en un atentado islámico.

Ay.

Pero si su muerte es la base del problema, son los vivos quienes han construido el actual edificio de la desgracia (esta sí es metáfora) donde habita Jamie. Por un lado, su ya adolescente hermana, que como fue melliza de la RIP del título, puro se autoagrede: malos piercings, mala uva, malos teñidos de pelo, mal apetito, mala actitud. Mal. Por otro lado está el padre de familia, que está hundido en una depresión grado Dios del Antiguo Testamento, y en alcohol también. Digamos que el ser vivo más positivo de esa casa es el gato (esta vez no es broma). Y una mamá que huyo de la misma, porque optó por abandonarlos y rearmar su vida con un ex compañero de terapia. Oh.

Hay que consignarlo: esto de la mala madre es bien (mal) escaso en la literatura juvenil. En la infantil ya no tanto, porque nos reímos (ja ja) con la satánica mamá que le da comida de perro a sus hijos en “La peor señora del mundo” de Hinojosa, o con la oligofrénica progenitora de “Matilda” de Dahl, pero cuando la mala madre huele a más naturalista/realista, digamos que es un tema in-có-mo-do.

En fin. A pesar de lo amaaaaaargo de todo, la gracia de doña Annabel Pitcher, la autora, es que la simpatía de su protagónico ayuda a compensar/matizar, todo el rato. Aunque a ratos da penita, y harta, por su obsesión con una polera del Hombre araña que cree le regaló su mamá (vieja de mierda). Y lo otro que ayuda a sentir UWU por él es que se ha hecho amigo de una niña paquistaní. Y digamos que el amor por Alá del padre de familia está en nivel menos que cero, precisamente por aquello que está sobre la chimenea del título.

En resumen: risa + llanto = drama. Gran libro. La autora tiene dos más con títulos magistrales –“Nubes de kétchup” y “El silencio es un pez de colores”- que, efectivamente, tienen grandes títulos. Fin.

Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea. Siruela, España. 232 páginas. ISBN 9788498415445

Tuck para siempre de Natalie Babbitt – reseñas de cuarentena – 12

En literatura, al igual que en música, hay one hit wonders. Porque ¿qué otra canción se mandaron los de “Video killed the radio star”? Ninguna. O los Chumbawamba. Cero brillo, aparte de esa que es bien fiestera, como la “Barbie girl” de los Acqua (y arde la Blondie, OMG). Y así podríamos seguir procrastinando en onda Spotify, pero la idea es hablar de libros. Y el de hoy es otro bien poco conocido en Chile, mientras en las tierras del rubio aquel es un clásico contemporáneo de la literatura infantil y juvenil. Se trata de un libro no tan prolífico en páginas, pero muy enjundioso en su trama: “Tuck para siempre” (aunque hay una traducción medio trucha y más vendedoraza en su título: “El misterio del manantial”… uuuuuh, el misterioooooo, del manatiaaaaaal).

Esta es una novela de época, pero no rancia (aunque es del siglo XIX y campestre, pero no os preocupéis) y trata sobre un clan familiar, los Tuck, que tienen un tremendo secreto. Pero como para hablar de este libro hay que contarlo, aquí va: son eternos. No son vampiros, que es lo primero que se les va a ocurrir. Ni zombis tampoco. La respuesta está en el título aquel: un misterioso manantial escondido que vuelve irrompibles e ininvejecibles a los que beben de sus aguas. Entonces los cuatro miembros de la familia Tuck, y su caballo (jaja, me imaginé un hamster eterno, dando vueltas y vueltas y vueltas), son inmortales. Y el problema, el quid, el meollo de esta historia, aparte de los ambiciosos que felices embotellarían esto (onda Eternal Cola, por ser), hay una niña Winnie que está enamorada de Jesse Tuck. El problema es que Jesse es como si Gastón Soublette estuviera dentro del cuerpo de Zack Effron, algo así, para que entiendan. Entonces, porque iguals es algo frescolín, está en el gran dilema: pedirle a la chiquilla de diez años que tome del manantial, pero en unos siete años más, cuando esté lista para quedar igualita a sí misma para siempre, igual que Jesse/Gastón.

Buena la historia ¿cierto?

Lo bueno es que la trama y los personajes, y la idea, la idea, es brillante. Y el final es tan triste/melancólico/maravilloso/OMG que cuando vean la horrible portada color amarillo hepatitis, el papel roñoso de las páginas y que tampoco es tapa dura ni con chorrocientas páginas, no se equivoquen. Porque es uno de los mejores libros sobre el sub género de bendición/maldición (lo acabo de inventar) que hayan leído. En serio. Y se ve tan rasquita en su versión en español que uno ni se espera el tremendo llanterío final (uno que es sensible, eso sí).

Ah, y lo escribió Natalie Babbitt. One hit.

Tuck para siempre. MacMillan, Estados Unidos. 152 páginas (poquitas, vieron). ISBN 9780374480110