La sombra del viento de Carlos Ruiz Safón – reseñas de cuarentena – 19

No vamos a decir “vuela alto”, pero sí “llora no más, llora”, porque igual da ene pena que se muera el autor de un libro mayúsculo (igual quedé con los ojos brillantitos, en serio, cuando Eco -Nombre de la rosa- se fue a RIP, por ejemplo). Y “La sombra del viento” es algo que combina lo histórico (y puro dan ganas de ir a Barcelona a darse una vuelta, pero espaciotemporal) con lo fantástico, pero en plan libresco, no dragonesco. ¿Sabían ustedes que este libro nació muerto, que la editorial le tenía fé cero? Hubo una crítica en el diario El País y comenzó eso que llaman el boca a boca (que debiera ser boca a oído, pero según los capos de la FUNDEU, líderes en hortografía, ese sería un derivado espúreo del catalanismo bocaorella… pero igual estamos en Barcelona, entonces… Pero ya, fin de la procrastinación). El tema es que don Carlos Ruiz Safón, hasta ese momento, era un modesto escritor de literatura juvenil, con algún premio, pero desde ese instante se convirtió en crack ultra súper ventas. Por lo mismo la segunda parte de esta tetralogía, “El juego del ángel”, fue lanzado con un millón de copias en el día de Saint Jordi, ese en que las gentes hispanas se regalan rosas o libros (a mí, chocolates, plis).

Pero, sorry, el del ángel no es tan bueno como el primero (de hecho, parte del millón de copias se la tuvieron que comer con patatas). Digamos que es la meseta que hay que recorrer para llegar a los que vuelven al mismo nervio: “El prisionero del cielo” y “El laberinto de los espíritus”. Igual se puede leer el primero como único (si te aguantas después, eso sí).

Y uno que es mateo, cuando sopló el viento y su sombra (poesía pura), fue a por los anteriores libros más infantiles de este cabro, “El príncipe de la niebla” y “El palacio de la medianoche”, esperando un efecto Laura Gallego (que sus mejoreslibrosesopiniónmía son “Finis mundi” y “La leyenda del rey errante”, antes de empezar a echarle tanta agua a la sopa), pero no.

Entonces, para quien no se ha asomado en el magno libro que nos convoca, transcurre en Barcelona, año 1945, y su protagonista es un cabro al que su papi lleva al Cementerio de los libros olvidados (ya: con puro esto, ya se ganó a todxs lxs bibliotecarixs ¿o no?). Ahí hay un libro, que se llama igual al que estamos leyendo, y su autor es el mítico Julián Carax, cuya obra ha sido perseguida y quemada (y ahí se ganó a toda la Primera Línea). Y desde ahí las aventuras, bien en plan matiné de calidad, no se detienen. Hay por ahí alguna escena medio cochinona -para que luego no digan que fueron advertidos, prescriptores-, pero en estos días… jojo, hay más cutis en exposición en puro Netflix.

La verdad es después de mandarse un libro como “La sombra del viento”, uno se puede ir en paz. Chao cabro. Y aquí va un cuento spin off que publicó en el periódico La Vanguardia, sobre el origen del Cementerio de los libros olvidados. A leer, con pena.

La sombra del viento. Planeta, España. 478 páginas. ISBN 9789504956068

El curioso incidente del perro a medianoche de Mark Haddon – reseñas de cuarentena – 18

Llegó caro, pero ahora está en bolsillo (el de la gaviota y el gato también era re caro al comienzo, y ahora menos, pero iguals). Se trata del maravilloso e inigualable “El curioso incidente del perro a medianoche” del brit Mark Haddon. Su protagonista es el francamente inolvidable Christopher John Francis Boone, un cabro de 15 años al que le patea eso del eufemismo “con necesidades especiales”, porque es Arperger a secas. Tiene memoria eidética (¿no les gustaba leer? Busquen en el diccionario, pues) y tiene una cosa titulada Síndrome de Sabio, o sea, es un balazo para la ecuación, la suma, la resta y el 3,1416 y los números que siguen (él sí se los sabe todos). Pero eso es en genérico. En particular le gusta la comida de color rojo, las listas y su ratón mascota (en un colegio conocí a un mister Asperger obsesionado con los piratas, en otro a un mister que se sabía hasta el nombre del último ewok de Star Wars y finalmente a alguien -que me hizo llorar (sensible)- que me hizo a mí en plasticina, con toda la familia Cabello, snif. AMO). En fin. El tema es que en la calle de Christopher aparece el perro de una vecina ATRAVESADO con uno de esos tridentes como de Satanás (pero que son como para el heno, no se pongan tan 666). Entonces nuestro protagonista se pone en modo Sherlock, pero Sherlock Asperger, o sea, recopila datos que nadie más, pero le falta el ítem empatía para traducirlos. Y nosotros, los lectores de su largo informe, puro queremos decirle “espabila Christopher”, pero no se puede (porque estamos al otro lado de la cuarta pared esa).

La historia tiene a un papá que le ha dicho a su hijo (el Chris) que su madre está RIP, pero… (suspenso). Y tiene en su reparto al ratón, Toby, a la consejera del colegio, que es la que más entiende al protagonista, y a los ACAB que a veces atinan y a veces nada de nada (nada). La verdad es que se trata de una novela que debiera ser obligada en los colegios, porque ya hay hartos “libros que tratan de temas” al respecto en formato libro álbum, pero en estas cantidades, con hartas letras, no.

El Haddon escribió un libro para adultos, medio comedioso, pero no (“Un pequeño inconveniente”: el de haberlo comprado, jaja). Tiene harta literatura para más chicocos, pero el único encontrable en español es “¡BUM!” (tampoco, Mark). En cambio, salió hace poco uno de cuentos para adultos que es MACABRO. Es como si el Ian McEwan de sus comienzos, cuando le decían Ian McCabro precisamente, se hubiera reencarnado en nuestro Mark y se hubiera dictado vía tabla ouija este ramillete de relatos que a uno lo dejan MAL. Escritos maravillosamente, pero mal igual. Se llama “El hundimiento del muelle” (me acuerdo y me tomo la tira completa de ranitidina).

Y como no todo es ficción, para el que quiera complementar, allí está “Un antropólogo en Marte” de Oliver Sacks (le amamos). Es un relato clínico (entrete) que cuenta la historia de Temple Grandin, una dama autista que es especialista en métodos menos cruentos de sacrificio de animales (¡vino a Chile! Invitada por el SAG). Ella cuenta que se siente como un terrestre que, si le tocara estar entre marcianos, no les entendería nada (obvio: son marcianos, doh). Entonces, entre nosotros lo pasa igualito: nos tiene que “traducir” todo el rato, aparte de copiar nuestros gestos sin sentido para hacerse entender. Maestra. Tiene charla TED, por siaca. Y, para terminar, hay una obra de teatro del libro recomendado hoy (y no sacrifican un perro cada noche, no sean lesos).

El curioso incidente del perro a medianoche. Salamandra, España. 272 páginas. ISBN 9788498383737

Maus de Art Spiegelman – reseñas de cuarentena – 17

Ya. Obra maestra. Listo. Chao.

Y uno que pensaba que este Art, de apellido Spiegelman, dibujaba sencillito, como con el vuelto del pan, estaba requete equivocado. Porque después de leer “Metamaus”, que se lee después de “Maus” (para que aproveche el metagasto, ¿no?), ahí están los kilos de bocetos previos. Así que eso de que parecía súper copiable, fíjate que no (nota mental: ¿se han dado cuenta de que lxs niñxs chicxs imitan los dibujos de Oliver Jeffers sin ni avergonzarse y con entusiasmo? Fin de la nota). En fin. Para quien no conozca esta novela gráfica “Maus”, ganadora de un Pulitzer y tal, se le advierte que se ha perdido una iluminación completa y un cuarto de su resurrección.

Esta es la historia de Art, que aparece en el libro como ratón, al igual que su padre Vladek y cualquier miembro del pueblo judío en la trama. Los nazis son gatos y los polacos gentiles, chanchos. Art es un comiquero underground neoyorquino, que ha publicado por ahí, en pasquines, y que quiere reconstruir la historia de sus padres durante el holocausto. Entonces, la trama le lleva metalenguaje, con las conversaciones entre Art y su papá sobreviviente, que a ratos es INSOPORTABLE (ha quemado los escritos de la mamá de Art, que se suicidó. se ha vuelto a casar y trata como el ajo a la nueva esposa. es tacaño en grado caricatura. y un largo etcétera). Esta tensión permanente -porque es un sobreviviente, aunque a ratos su hijo quiere puro matarlo (en figurado, plis)-, hace que “Maus” sea un relato histórico + tremendo drama personal. Por eso, obra maestra (también pueden verse las como diez horas de “Shoah”, pero aquí hablamos de libros).

Ojo que se trata de dos volúmenes. El primero fue publicado en español por Muchnik (CARíSIMOOOOO), así que me lo leí paradito en la librería Altamira del centro (modo universitario del siglo pasado). Después han sido editadas versiones de Emecé (con traducción de César Aira… ¿será mejor?), Planeta, Norma España, hasta la que está disponible hoy, con los dos volúmenes juntitos, en Random (no tan cara. Y no es gasto, es inversión). Aparte, si la idea es engrupirse a lxs cabrxs para que lo lean (aparte de que no es pura letra y tiene muchos monitos), hay mucho material para dar la lata en “Metamaus”. ¿Lo mejor? Viene un comic breve de Spiegelman en una conversa peripatética con Maurice Sendak . Y ahí el Art dice que no sabe dibujar… entonces, moraleja, hay que puro aplicarse. Porque un defecto llevado a su extremo se convierte en virtud, como dijo Huidobro (cuando me ponga muy Warken, avisen plis).

Maus. Random House, España. 296 páginas. ISBN 9789873650383